Fòrum de debat Núm. 29 - juliol 2001

Vaciando la bolsa de la basura de materia orgánica
Josep Puig i Boc
Dr. Ingeniero industrial

El autor argumenta, desde la perspectiva de la "ciencia del pueblo", las posibilidades del compostaje a pequeña escala, incluidas las viviendas situadas en núcleos urbanos. Se narra la experiencia personal del autor, exconcejal de Ciudad Sostenible del Ayuntamiento de Barcelona y se analizan los casos de Zurich y la experiencia de la propia Barcelona.

La sociedad industrialista ha transformado los flujos de nutrientes tal y como se manifiestan en la naturaleza, de modo que hoy, aquello que debería ser considerado como un alimento por el suelo - los nutrientes - acaba siendo una fuente de problemas y contaminación.

Así, los nutrientes que van del campo a la ciudad en forma de alimentos cultivados, al realizar su función de alimentación de las personas, generan restos orgánicos que, al no ser devueltos a los suelos para mantener la fertilidad de los mismos, acaban amontonándose en vertederos de basura, o incinerándose en hornos crematorios. Todo un ejemplo de cómo un ciclo de la naturaleza permanece abierto porque nuestra sociedad, pese a calificarse de moderna, se ha mostrado incapaz de cerrarlo. El resultado de todo ello se traduce en el empobrecimiento de los suelos y en su consiguiente pérdida de fertilidad, que se intenta mantener con cantidades permanentemente crecientes de abonos químicos, cuya aplicación masiva conlleva la muerte biológica de esta fina capa de la biosfera.

Si bien es cierto que esta es la tendencia general que impera en nuestro país, hay muchos ejemplos en el mundo entero que demuestran que la materia orgánica que va desde el campo hacia las ciudades, una vez realizada su función, puede volver al suelo para mantener su fertilidad. Por la historia sabemos que la civilización china ya compostaba todo el material orgánico 3.000 años antes de nuestra era. El compostaje no es ningún invento actual, sino que se trata de una práctica muy antigua y ampliamente conocida, a pesar de que en las ciudades haya caído en desuso.

Compostar significa someter todos los residuos orgánicos de la cocina, el hogar y el jardín a un proceso natural de transformación hasta que se obtiene el valioso compost, que es un producto que mejora la estructura del suelo, le da fertilidad, ahorrando a su vez la necesidad de fertilizantes artificiales. Con el compost cerramos el ciclo de la Naturaleza y devolvemos al suelo aquello que el suelo nos ha dado en forma de frutas, verduras, cereales, etc.

Esta devolución al suelo de la materia orgánica residual puede llevarse a cabo de distintas formas, en función de las condiciones del lugar y de la voluntad de las personas que habitan en él. Hoy se dominan las tecnologías para el compostaje de la materia orgánica, tanto centralizada como descentralizamente (ya sea a escala familiar o comunitaria de barrio). Hoy también se domina la tecnología de la metanización de la materia orgánica aplicada tanto a emplazamientos rurales como urbanos (tanto en plantas centralizadas como descentralizadas).

Lo que se expone en el presente escrito es la experiencia personal del autor desde que un día se percató de que si se quiere se puede contribuir a escala personal, familiar y colectivo a vaciar la basura de la fracción orgánica que la conforma (en nuestro país asciende prácticamente a la mitad de su peso). Este sencillo gesto es el inicio de un profundo cambio en el modo según el cual las personas nos relacionamos con nuestro entorno.

Los antecedentes

El interés del autor en encontrar soluciones al problema de la basura se remonta a finales de los años 70. Ya a principios de la década de los 80 se presentó al concurso 'Haga de Alcalde', que durante unos años convocó el Ayuntamiento de Barcelona, con una propuesta titulada 'Instauración del reciclaje de basura en una comunidad de 20 viviendas familiares en el barrio de Horta (Barcelona)'. La propuesta no fue elegida por el jurado designado por el Ayuntamiento de Barcelona.

En la propuesta que en aquellos momentos se presentó, se puede leer: «se trata de la realización, en un conjunto de 20 viviendas unifamiliares situadas en un barrio de Barcelona, de una experiencia piloto de separación selectiva de la basura generada por la misma comunidad, en la cual participen de forma activa las personas que voluntariamente lo deseen, del centenar de personas que integran la comunidad». Y se justificaba la propuesta tanto desde el punto de vista científico como ecológico y social.

Es interesante leer hoy, casi 20 años más tarde, la justificación científica que se hacía de la propuesta. Se basaba en la diferenciación entre 'ciencia para el pueblo' y 'ciencia del pueblo' teorizada por Ivan Ilich. Decía así: «la 'ciencia para el pueblo' es lo que desde la II Guerra Mundial se denomina investigación y desarrollo, o simplemente I+D. Esta I+D se lleva a cabo por parte de grandes instituciones - gubernamentales, industriales, universitarias, médicas, militares, fundacionales... En ella trabajan pequeños grupos de personas emprendedoras que desean vender los resultados de su investigación a las instituciones. Normalmente es una actividad muy prestigiosa, cuyo objetivo es el bien común - según afirman los que la respaldan y practican -, que resulta cara y está exenta de impuestos. También proporciona puestos de trabajo bien remunerados a personas con elevada titulación académica. La I+D puede ser social o natural, fundamental o aplicada, especializada o interdisciplinaria.
El uso del término 'ciencia para el pueblo' no suele implicar ningún reproche, tampoco representa ninguna desaprobación. Significa, simplemente, que los resultados de la investigación no guardan ningún tipo de relación con las actividades diarias de aquellas personas que la practican. Se puede realizar I+D en la bomba de neutrones, en la distrofia muscular, en las células solares,..., siempre al servicio de otros individuos. Obviamente la 'ciencia del pueblo' no es esto, sino que significa aquella investigación realizada con escasos o nulos recursos económicos, sin contar con ningún tipo de patrocinio, sin acceso alguno a la publicación de los resultados en diarios o revistas de prestigio, y que produce unos resultados que no interesan al mercado. Las personas que la practican lo hacen de forma metódica y disciplinada, están muy bien informadas de la I+D en algunos campos específicos, utilizan sus resultados cuando procede, y en poco más de una década han levantado y puesto en funcionamiento una red alternativa de publicaciones que se configuran como el foro de la discusión y la crítica de sus esfuerzos. Según palabras de Valentina Borremans: «esta 'ciencia del pueblo' es una investigación llevada a cabo para aumentar el valor de uso de las actividades diarias sin incrementar la dependencia de las personas, con respecto al mercado o a los profesionales».

Pero también resulta aclaratorio leer las justificaciones ecológicas y sociales que se realizaron en aquellos momentos. Por lo que respecta a la ecología se manifestaba: «ya hay quien, además de ver el municipio como un ecosistema y de aplicarle las leyes de la ecología, va aún más allá y plantea la propia vivienda - no solamente la vivienda rural, sino la vivienda urbana - como un ecosistema: la casa urbana integral, en la que se emplea la energía del Sol para hacer crecer los alimentos y para abastecerse de la energía que se necesita, en la que se practica la conservación de la energía y del agua, y en la que los residuos orgánicos e inorgánicos son gestionados de forma ecológica». En lo concerniente a los motivos sociales, éstos se basaban en la conocida frase de Albert Einstein, que dice: «se requiere una forma sustancialmente nueva de pensar, si la humanidad ha de sobrevivir», complementada con la aportación que realizó Ecoropa en el sentido de que no basta con una nueva forma de pensar, sino que también «se precisa una nueva forma de vida» que implique directamente a los modos de actuar y de comportarse de las personas.

Además de estas justificaciones, también se proponían justificaciones más 'convencionales'. Por ejemplo, se decía que: 'El coste de recogida y eliminación de los 31.755 kg/año de basura producida en las 20 viviendas es de 238.162 ptas., de las cuales 209.464 ptas. corresponden a la parte de residuos reciclables, cuyo valor bruto asciende a 98.593 ptas.'... 'A título de resumen: cada persona de la comunidad donde se plantea la investigación experimental paga 2.382 ptas./año para tener derecho a tirar 986 ptas. al cubo de la basura.'... 'Si la comunidad llegara a recuperar la fracción reciclable de los residuos que genera (827.929 kg/año), la cantidad de basura por recoger y eliminar por parte de los servicios de limpieza sería tan sólo de 3.827 kg/año, es decir, en caso de reciclar, se produciría una reducción en peso del 86 %.'

Esta propuesta enmarcada en los conceptos de 'ciencia del pueblo', 'vivienda ecológica' y 'participación activa', pese a no haber sido seleccionada para el concurso 'Haga de alcalde', posiblemente por falta de capacidad de liderazgo ecológico del gobierno del Ayuntamiento de Barcelona de aquellos momentos, llevó al autor por el camino que le permitió llegar a demostrar en la práctica que el compostaje a pequeña escala es posible en una ciudad como Barcelona, tanto a escala familiar como comunitaria de barrio.

Compostando en el antiguo pueblo de Horta, hoy barrio de Barcelona.

Aquel fracaso en el concurso 'haga de alcalde' posibilitó el inicio de una experiencia que ya lleva funcionando más de 15 años compostando in situ la fracción orgánica de la basura producida en el domicilio familiar, con el propósito de cerrar el ciclo de los nutrientes que llegan a la ciudad.

El proceso de compostar se inicia en la cocina, cuando se preparan los alimentos.

La parte de alimentos frescos que no se utiliza y que habitualmente va a parar a la bolsa de la basura, en este caso se almacena parcialmente en un pequeño receptáculo situado justo en medio de la cocina familiar y, una vez al día, se introduce en un compostador, permitiendo, de este modo, su transformación en humus que puede volver a la tierra al objeto de mantener su fertilidad. Desde hace unos 4 años, se utiliza un compostador de un volumen aproximado de 1 m3 que se puede comprar en las tiendas especializadas. Cuando se empezó a compostar, hace ya más de 15 años, debido al hecho de que en nuestro país no se disponía de compostadores comerciales, se empleaba una caja de plástico agujereada (como las que se utilizan en las panaderías para el reparto del pan) ligeramente más pequeña (con una capacidad de 0,5 m3).

Ello supone vaciar la bolsa de la basura en aproximadamente la mitad de su peso habitual (1,2 kg/hab./día), reduciéndola hasta 0,6 kg/hab./día, ya que el resto (0,6 kg/hab./día) se transforma en compost rico en nutrientes.

La cantidad de desperdicios que se habrían generado en el transcurso de un año sin practicar el compostaje, en la familia de 4 personas, sería de 1,608 toneladas/año (335 días, descontando un mes de vacaciones, 4 personas, 1,2 kg/hab./día). Ello significa que en 15 años se habrían producido: 24.120 kg = 24,12 toneladas de basura.

Las emisiones de gases de efecto invernadero - GEH debidas a los sistemas de eliminación existentes actualmente en el área de Barcelona (vertedero e incineración) habrían sido, en el supuesto de que todos los desperdicios se hubieran vertido:

310,34 kg de CO2/año y 136,68 kg de CH4/año, lo que representa un total de 3.727,34 kg de CO2 equivalente/año o, a lo largo de los 15 años, 4.655,16 kg de CO2 y 2.050,2 kg de CH4, lo que representa un total de 55.910,16 kg de CO2 equivalente.

El coste de recogida y de eliminación (vertedero/incineradora) de esta cantidad de basura habría sido (el cálculo se ha realizado con los costes reales de explotación de la ciudad de Barcelona, año 1995, con lo que son inferiores a los actuales): recogida, 192.960 ptas. (12.864 ptas./año); eliminación, 57.092 ptas. (3.806 ptas./año); coste total, 250.052 ptas. (16.670 ptas./año).

En el caso de la vivienda en cuestión, los servicios de recogida solamente habrán recogido la mitad y, por lo tanto, los servicios de eliminación habrán tenido que tratar la mitad, ya que la otra mitad habrá permanecido in situ, siendo transformada en compost orgánico.

El beneficio ecológico del compostaje con respecto al vertido consiste en haber evitado la introducción en la atmósfera de 1.863,672 kg de CO2 equivalente/año. Y en 15 años, se habrá evitado la introducción en la atmósfera de 27.955,08 kg de CO2 equivalente.

El ahorro económico generado habrá sido de: 8.835 ptas. en un año y de 125.026 ptas. en 15 años. Teniendo en cuenta que el compostador costó 15.000 ptas., se podría decir que con una inversión de 15.000 ptas. se genera un ahorro anual de 8.835 ptas., con lo que puede afirmarse, si se desea realizar el análisis económico de rentabilidad industrial, que el período de retorno de la inversión es inferior a dos años.

Dado que el compost es utilizado para fertilizar el suelo, además, se habrá generado un ahorro adicional de fertilizantes (no habrá sido necesario comprar humus fertilizante). El domicilio en cuestión está situado en el barrio de Horta de la ciudad de Barcelona, en un edificio que contiene 21 viviendas familiares, repartidas en 3 pisos de altura, de dos niveles cada uno (planta baja y 6 niveles). El piso familiar está situado en la planta baja y es una vivienda de 99 m2 de superfície que posee un pequeño patio de 10 m2.

Esta experiencia personal me resultó sumamente útil cuando tuve la oportunidad de ejercer como Concejal de Ciudad Sostenible en la ciudad de Barcelona (1995-1999). Allí pude constatar las reticencias y las resistencias que muchos cargos públicos tienen ante la fracción orgánica de la basura y la forma ecológica de reintroducir esta fracción en los ciclos de la naturaleza. De ahí que me implicara en una tarea de investigación para constatar las experiencias exitosas vividas en distintos lugares del mundo para hacer posible que la fracción orgánica de la basura fuera devuelta al suelo a fin de mantener su fertilidad. Esta investigación me permitió presenciar lo que se estaba realizando por aquel entonces (1997) en la ciudad de Zurich y en otros municipios europeos. Fue todo un descubrimiento.

Compostando por las calles y espacios comunitarios de Zurich.

El fenómeno colectivo que ocasiona que hoy en día, en la ciudad de Zurich, haya más de 80.000 personas que practican de forma cotidiana el arte del compostaje, con lo que de este modo se convierten unas 10.000 toneladas de basura orgánica en humus, se inició en 1983, cuando el Servicio de Parques y Jardines de la ciudad decidió iniciar un proyecto de compostaje muy especial.

La ciudad ya tenía una amplia experiencia en compostaje, ya que desde 1969, el Servicio de Parques y Jardines ha tenido en funcionamiento una gran planta donde se lleva a cabo el compostaje de los restos orgánicos de los parques públicos, cementerios, establecimientos de jardinería y jardines particulares. De este modo, en una planta de compostaje centralizada se trataba una buena parte de los restos orgánicos producidos en la ciudad. Pero todavía existía del orden de un 20% de restos orgánicos entre la basura producida en los domicilios particulares.

Éste fue uno de los motivos que llevó al Servicio de Parques y Jardines a iniciar un proyecto de compostaje de los restos orgánicos domiciliarios con el Ökocentrum Langeburg. La iniciativa procedía de una persona que convenció a los responsables de Parques y Jardines para que procedieran a encauzar el compostaje de la fracción orgánica de la basura generada en las viviendas. El programa se diferenciaba del compostaje convencional (en plantas centralizadas, después de haberse procedido a la recogida selectiva en origen de la fracción orgánica) porque lo que proponía era implicar de forma voluntaria a la ciudadanía.

Se trataba de facilitar la aparición de colectivos de individuos que se comprometieran a compostar la fracción orgánica de los propios residuos en una instalación comunitaria situada cerca de su hogar. De este modo, se elaboraron dos proyectos piloto para dos barrios de la ciudad: la periferia y el centro urbano. En la periferia se trataba de fomentar el compostaje privado en patios y jardines, así como el establecimiento de instalaciones de compostaje comunitario en barrios y urbanizaciones. En el centro, se trataba de realizar la recogida de la basura orgánica mediante recipientes adecuados y su posterior transporte a la planta central de compostaje para proceder a su correspondiente preparación y tratamiento.

La experiencia de compostaje de la fracción orgánica de la basura, procedente del centro urbano, en una planta centralizada, permitió que la ciudad recabara una información muy valiosa sobre la disposición de la población ante la recogida selectiva, la disciplina de selección, la cantidad, el transporte y la transformación.

El segundo proyecto piloto se llevó a cabo en una área de edificación abierta con edificios plurifamiliares y 146 viviendas, donde se instaló una planta de compostaje comunitario en un espacio central. Los ciudadanos llevaban sus desperdicios orgánicos (cocina, jardín) hasta unos recipientes enrejados de recogida (en forma de cilindro colocado en posición vertical) que se habían dispuesto con esta finalidad.

Los trabajos de compostar fueron asumidos de forma voluntaria por algunas de las personas del barrio. Dado que, tanto la prensa como la radio y la televisión informaron muy positivamente de la experiencia, el proyecto piloto desencadenó una enorme demanda de documentación, asesoramiento, conferencias y ayuda para fundar colectivos de compostaje, dentro y fuera de la ciudad. Este proyecto superó con creces todas las expectativas. Se puso en funcionamiento un "teléfono de asesoramiento de compostaje". En un solo año recibió más de 450 consultas procedentes de Zurich, Suiza y el extranjero. Esta experiencia permitió la publicación de la guía "Compostar colectivamente en el barrio", que suministra indicaciones sobre el modo de proceder tanto desde el punto de vista organizativo (para formar un grupo de compostaje), como indicaciones técnicas concretas sobre el procedimiento de compostar y los tiempos de dedicación necesarios para que una planta comunitaria de compostaje funcione.

En una ocasión, en el transcurso de una entrevista realizada a la persona que inició esta experiencia (a principios de los años 80), un periodista le preguntó si su objetivo era establecer en cada esquina y en cada rincón de la ciudad de Zurich una zona de compostaje. Entonces, el mismo iniciador de la experiencia le respondió que no. Pero más adelante, al ver como la ciudadanía de Zurich había entendido la idea y compostaba no sólo en la periferia de la ciudad, sino también en el centro urbano, él mismo cambió de opinión y manifestó: "compostar es una actividad que se puede hacer prácticamente en cualquier lugar", y prosiguió su exposición en los siguientes términos: "En la ciudad, en las zonas de edificación más densa, disponemos de tres zonas de compostaje donde yo mismo nunca habría llegado a creer que fuera posible compostar".

Desde que se inició la experiencia de compostar comunitariamente (en abril de 1985) en 4 puntos de la ciudad, no ha dejado de crecer el interés por esta práctica. Solamente hasta finales de 1990 el "teléfono del compostaje" ya había recibido más de 5.000 llamadas y ya existían casi 500 puntos de compostaje en la ciudad. En 1993, se contabilizaron 860 puntos de compostaje comunitario. Y en 1997, ya se habían alcanzado las 1.000 instalaciones de compostaje comunitario, que compostaban unas 5.000 toneladas de materia orgánica. Actualmente, este programa de compostaje comunitario cuenta con la participación de unas 80.000 personas, que compostan entre 9.000 y 10.000 toneladas de restos orgánicos domiciliarios. Todos los puntos de compostaje comunitario son atendidos por personas voluntarias, personas dispuestas a hacer algo más por el medio ambiente, aparte de hablar sobre el tema. En la ciudad hay permanentemente dos personas dedicadas a tareas de asesoramiento y apoyo a los "Grupos de interés por el compost".


Cada punto de compostaje comunitario tiene asociado un número determinado de viviendas, que es muy variable y oscila entre 5 y 100 por instalación, pese a que en la mayoría de casos se trata de puntos con más de 60 viviendas por instalación. Un punto de compostaje para 50 viviendas, por lo general, requiere una superficie de 20 a 30 m2. Los emplazamientos donde están situados los puntos de compostaje suelen ser lugares sombríos y situados en un centro geográfico de las viviendas a las que sirve.

La ciudad dispone de un Servicio de Asesoramiento del Compost que ofrece prácticamente un sistema de catering a todos los ciudadanos y ciudadanas de Zurich que estén interesados en crear un nuevo colectivo para llevar a cabo el compostaje. A petición de éste, el servicio prepara un acto informativo donde convoca a todos los vecinos, lleva todo el material necesario, etc. También asesora al colectivo en todas las cuestiones de ámbito organizativas, le ayuda a buscar la ubicación más adecuada (siempre que sea posible en terrenos privados), le ayuda a convencer al propietario o al administrador de fincas, le asesora en el diseño de la planta, en la elaboración del plan de trabajo, etc. y permanece siempre a su disposición en caso de que se le plantee cualquier duda o en el supuesto de que surja cualquier tipo de inconveniente.

Este Servicio ha desarrollado tres modelos distintos de compostaje comunitario (en silos, contenedores o boxes y pilas) adecuados a las distintas condiciones y circunstancias que se puedan presentar, tanto por lo que respecta al espacio disponible como al número de viviendas que participan en cada caso.

Asimismo, la administración municipal edita un folleto trimestral (de 4 páginas) dedicado exclusivamente a este sistema descentralizado de compostaje, donde además de facilitar datos estadísticos del estado del compostaje en la ciudad, se informa de nuevos proyectos, se dan consejos y se informa de noticias que guardan relación con el compostaje. También se presenta un retrato de los diferentes colectivos que a se hallan en funcionamiento, haciendo compostaje.

El núcleo inicial que comienza suele proceder a partir de una o dos personas interesadas a través del "teléfono del compostaje". Después de una entrevista con el equipo de animadores del compostaje, se empiezan a buscar más personas interesadas entre el vecindario, creando un "Grupo de interés por el compost". Éste inicia la elaboración de un proyecto que se presentará a los vecinos del lugar donde se propone situar un punto de compostaje. Cabe mencionar que previamente se deberá llegar a un acuerdo con el propietario del edificio o el administrador de la finca, con el fin de encontrar un emplazamiento adecuado. Tras la búsqueda pertinente, los colaboradores se agrupan en dos listas: una que incluirá a todas las personas que estén interesadas en participar en la recogida selectiva y en aportar la materia orgánica separada en el punto de compostaje, y otra que contendrá lo que recibe el nombre de "padrinos del compostaje", los cuales no se limitan a separar la materia orgánica en su hogar y aportarla al punto, sino que además son las personas que se encargarán de efectuar el seguimiento y el trabajo necesario para disponer de un buen compost. Entre los padrinos se realizan turnos de una o dos semanas para encargarse del compost.


Huelga decir que el elevado grado de participación ciudadana en esta exitosa experiencia está perfectamente correlacionado con la voluntad de una serie de personas empeñadas en hacer posible aquello que hasta hace poco se consideraba un dogma de fe: "no es posible hacer compost en las ciudades". Desde la iniciativa personal hasta la implicación de instituciones municipales (en el caso de Zurich, el Servicio Municipal de Parques y Jardines).
El éxito también radica en la voluntad política de facilitar la aparición de un proceder que se traduce en hacer posible la resolución de los problemas en el mismo nivel en el que se generan y no esperar hasta que alguien se digne a resolver los problemas responsabilidad de cada uno. Tampoco es ajeno al éxito el hecho de que se hayan llevado a cabo publicaciones de gran calidad para facilitar la información. La misma Agencia Federal de Medio Ambiente de Suiza publicó un manual de compostaje, pero también la ciudad de Zurich cuenta con publicaciones magníficas ("Compostaje a la carta") y un vídeo de gran calidad, donde sólo con excelentes imágenes explica la experiencia comunitaria de hacer compost.
Asimismo, las campañas de promoción del compostaje han contado con la participación de artistas muy conocidos.

No es únicamente la ciudad de Zurich la que composta en Europa. Hay bastantes más. En Basilea, por ejemplo, tienen un modelo de compostaje mixto: por un lado, un modelo similar al de Zurich (compostaje comunitario en espacios privados o públicos, pero gestionados directamente por los implicados) y por otro, compostadores en parques públicos que reciben desperdicios orgánicos, no de un grupo fijo de personas, sino que la instalación está abierta a cualquier persona que desee depositar desperdicios orgánicos. Actualmente, Basilea dispone de unos 1.300 puntos de compostaje comunitario y una treintena destinada al compostaje abierto en parques públicos.

Ni que decir tiene que en estas instalaciones de compostaje comunitarias es preciso añadir los compostadores individuales que son utilizados en incontables casas unifamiliares en municipios de estructura dispersa.


"Margarida, una catalana irresistible"

Cuando llegó en el año 1985 a Pully, municipio residencial de la periferia de Lausana, con su marido, suizo y economista, al que ella había conocido en España, empezó una ronda para entrar en contacto con las personas de los comercios del pueblo: "Buenos días, mi nombre es Margarida y vengo de Barcelona". La gente la miraba con desconfianza, "aquí la gente tarda en aceptar a nuevos vecinos". En menos de tres años, con su francés catalanizado, su espontaneidad, su chispa,... se convirtió en todo un personaje de la vida local. Hoy es conocida y apreciada en todo el cantón por sus iniciativas a favor del reciclaje de los residuos, una causa a la cual se ha entregado en cuerpo y alma después de haber realizado otros intentos de canalizar su entusiasmo y su energía.

Todo comenzó en una conferencia del delegado cantonal de medio ambiente. Ese día se le hizo la luz a esta intuitiva mujer: decidió empezar a hacer compostaje en un parque público en el barrio de Pully donde reside. Cuando aún a duras penas ni dominaba el francés, ni las tramas administrativas, consiguió hablar de tú a tú con el Ayuntamiento, debatir con expertos en sesiones informativas, crear un comité de apoyo al compostaje,... Su encanto y su dinamismo alcanzaron su meta: hacer realidad la existencia de un compostador en un parque público, que ella misma se encarga de gestionar, con la ayuda de algunas otras personas. Allí organiza reuniones de vecinos, explicando cómo hacer compost, enseñándoles en la práctica y regalándoles este producto oloroso que nutre la Tierra.
La iniciativa tuvo un gran eco en la población. o


 



Haciendo compost en los parques de Barcelona.

Toda la experiencia que gira en torno al compostaje recabada por el autor, junto con la de otros practicantes del compostaje urbano, fue publicada en un librillo que con el título de 'Guía de compostaje' 1 muestra de un modo muy simple y fácil qué es y cómo se puede hacer compost. Esta publicación se presentó (mayo de 1998) de un modo bien original: en la masía de can Cadena (Sant Martí de Provençals) ante una pila de compost, y se llevó a los medios de comunicación para que visitaran dos viviendas de la Barcelona donde se realiza compostaje (uno de tipo natural y el otro forzado con gusanos).

Pero a una ciudad como Barcelona, pionera en muchas iniciativas, le falta serlo en un campo clave para la sostenibilidad: el cierre de los ciclos de los nutrientes, especialmente el de la materia orgánica. Con el objetivo de ir abriendo la puerta a una visión de la ciudad que vaya dejando atrás la pesadilla actual, donde la ciudad representa una pesada carga para los sistemas naturales que la sostienen; al ejercer de Concejal de Ciudad Sostenible del Ayuntamiento de Barcelona (mandato 1995-1999) tuve la oportunidad de promover, con la implicación directa del Instituto Municipal de Parques y Jardines de Barcelona, una primera experiencia de compostaje colectivo en una gran ciudad catalana, materializada a través de la campaña "Hagamos compost en los Parques" 2, que se presentó en un acto público en el Parque Castell de l'Oreneta, en el Marco de la I Fiesta del Compostaje (15 de noviembre de 1998) y en la cual se regaló a las miles de personas que hicieron acto de presencia una bolsita de compost realizado a partir de los desperdicios procedentes de la poda y la siega del verde urbano. Con la Fiesta del Compostaje se iniciaba una nueva manera de celebrar el otoño en nuestra tierra.

Pero la primera Fiesta del Compostaje era sólo el disparo de salida para iniciar una primera experiencia colectiva de compostaje con la participación activa de los vecinos y vecinas que habitan en los alrededores de los lugares donde se situaron compostadores en distintos parques de la ciudad. Esta prueba piloto consistió en situar instalaciones de compostaje en 7 Parques públicos de la ciudad de Barcelona para que, de forma voluntaria, determinado número de familias (179 familias, 556 personas) depositaran los desechos orgánicos de la basura y así se pudiera elaborar compost en un lugar público y visible. La gestión de las instalaciones de compostaje en los parques corría a cargo del personal que Parques y Jardines tiene asignado a los parques de la ciudad. Los parques escogidos para la primera prueba piloto fueron: Parque de la Ciutadella, Can Sabaté (Zona Franca), Jardines de la calle Poesia (Montbau), Parque Pegaso (Sant Andreu), Parque del Clot, Can Cadena (Sant Martí), Nou Eixample. La experiencia satisfizo todas sus expectativas (sólo la prevista en el Nou Eixample no fue finalmente instalada, pero en 1999 se situó en la plaza de la Sagrada Familia).

Los resultados, tras dos años de funcionamiento, son excelentes y el Instituto Municipal de Parques y Jardines ha decidido hacerlo extensivo a más parques públicos de la ciudad de Barcelona, situando nuevos compostadores en la plaza Gaudí, los jardines de las Corts, los jardines Joan Vinyoli (Sarrià), la plaza Joanic (Gràcia) y el Parque de la Guineueta (9 Barris), donde más de 100 familias aportan los desperdicios orgánicos que previamente han separado.

A título de conclusión

El hecho de compostar no es otra cosa que la práctica de la reciprocidad hacia la Tierra, ya que un elemento de los que la conforma, el suelo vivo, con la ayuda de los rayos del Sol y del agua de la lluvia, es capaz de darnos aquello que necesitamos para alimentar nuestro cuerpo material, a condición de que seamos capaces de devolverle aquello que le quitamos para alimentarnos.

La civilización 'moderna, situándose por encima de sus posibilidades' ha dejado de practicar la reciprocidad y ha generalizado unas prácticas puramente extractivas. De este modo, se van agotando y empobreciendo los suelos hasta convertirlos en un sustrato biológicamente muerto, al que se vierten ingentes cantidades de productos sin vida para hacer que produzcan 'alimentos cada vez de menos calidad y menos sanos'.

Recuperar las relaciones de reciprocidad de los humanos hacia la Tierra no sólo ayudará a curar los suelos y devolverles la vida, sino que posibilitará el despertar del espíritu humano de cooperación con la Tierra.
Y a buen seguro que el arte del compostaje nos puede ayudar en esta tarea.

Agradecimientos.

Deseo expresar mi agradecimiento a Josep Esquerrà y Bettina Scheffer, practicantes del compostaje con gusanos en un piso convencional de la ciudad de Barcelona, por el apoyo que encontré en ellos a la hora de convertir el compostaje en una actividad pública en la ciudad de Barcelona,
quiero agradecer al director-gerente del Instituto Municipal de Parques y Jardines de Barcelona, por la confianza que me dio a la hora de introducir en la ciudad de Barcelona una práctica (el compostaje) casi olvidada.

 

Bibliografía

1 Esquerrá i Roig, Josep (1998), 'Guia de Compostatge', Concejalía de Ciudad Sostenible, Ayuntamiento de Barcelona.
2 Folleto 'Fem compost al Parc' (1998), Parques y Jardines, Ayuntamiento de Barcelona

 

 


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